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5.3.3.3. Presion arterial

La presión sanguínea

La presión sanguínea es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos mientras circula por el cuerpo. Se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y se expresa en dos valores: la presión sistólica y la presión diastólica.

  • La presión arterial sistólica (PAS) es la mayor fuerza que ejerce la sangre cuando el corazón se contrae (sístole) y bombea sangre hacia los vasos sanguíneos.
  • La presión arterial diastólica (PAD) es la menor fuerza que ejerce la sangre cuando el corazón está en reposo (diástole) entre los latidos.

La fuerza con la que la sangre sale de la arterias provoca una presión que es mayor en los movimientos de sístole, cuando el corazón se contrae y expulsa la sangre, que en la diástole, con el corazón relajado y llenándose de sangre. Por eso, cuando medimos la presión sanguínea tenemos una presión arterial máxima y otra mínima.

Las arterias se ramifican en arteriolas que, con sus capas musculares, regulan la cantidad de sangre que tiene que llegar a cada órgano según sus necesidades.

Cuando la sangre llega a los capilares, la presión es lo suficientemente baja como para que el intercambio de sustancias con las células se desarrolle correctamente, saliendo los nutrientes y oxígeno de los capilares, y entrando las sustancias de desecho, incluido el CO2.

La disminución de la presión sanguínea en arteriolas y capilares se debe a dos motivos:

Cualquier fluido que recorre un circuito pierde presión a medida que se aleja del órgano impulsor (el corazón).

  • La presión de un fluido es menor cuanto mayor es el volumen del recinto por el que circula. Aunque el diámetro de los capilares es muy pequeño, como son muy numerosos, el volumen total por el que circula la sangre es mayor.

La sangre pasa de los capilares a las vénulas, y de éstas, a las venas que la llevarán hasta el corazón. Pero, ¿qué fuerza hace que la sangre sea impulsada hasta el corazón?:

  • En la diástole, el corazón tiene menos presión, por lo que se produce la succión de la sangre de las venas que hace que fluya hacia él.
  • La contracción de los músculos que rodean las venas provoca la expulsión de la sangre hacia el corazón, ya que las válvulas semilunares impiden su retroceso.

La presión sanguínea se mide mediante un dispositivo llamado esfigmomanómetro, que se coloca en el brazo y se inflama para medir la presión sistólica y la presión diastólica. Una lectura normal de presión sanguínea se considera entre 90/60 mmHg y 120/80 mmHg. Una presión sanguínea baja (hipotensión) se considera por debajo de 90/60 mmHg, mientras que una presión sanguínea alta (hipertensión) se considera por encima de 120/80 mmHg.

La presión sanguínea es importante porque mantiene el flujo sanguíneo adecuado a través del cuerpo y proporciona oxígeno y nutrientes a todas las células del cuerpo. Sin embargo, una presión sanguínea anormalmente alta o baja puede ser perjudicial para la salud. La hipertensión es una de las principales causas de enfermedad cardiovascular, como enfermedad coronaria, derrame cerebral y enfermedad renal, y es un factor de riesgo importante para el desarrollo de estas enfermedades. La hipotensión, por otro lado, puede ser menos grave, pero puede ocasionar mareos, fatiga y otros síntomas.

La presión sanguínea es el resultado de la interacción entre el volumen sanguíneo total en el cuerpo, la resistencia de los vasos sanguíneos y la fuerza con la que el corazón bombea la sangre. Los factores que pueden influir en la presión sanguínea incluyen:

  • Estilo de vida: El tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, el sedentarismo y una dieta poco saludable pueden aumentar la presión sanguínea.

  • Genética: La hipertensión es más común en personas que tienen antecedentes familiares de hipertensión.

  • Edad: La presión sanguínea tiende a aumentar con la edad.

  • Peso: El sobrepeso y la obesidad pueden aumentar la presión sanguínea.

  • Salud general: Enfermedades como la diabetes, la enfermedad renal y el hipotiroidismo pueden afectar la presión sanguínea.

  • Estrés: El estrés emocional o físico puede aumentar temporalmente la presión sanguínea.

  • Consumo de sodio: Una dieta rica en sodio puede aumentar la presión sanguínea.

  • Consumo de potasio: Una ingesta insuficiente de potasio puede contribuir a la hipertensión.

  • Uso de medicamentos: Algunos medicamentos, como los anticonceptivos orales, los medicamentos para el asma y los diuréticos, pueden afectar la presión sanguínea.

Es importante tener en cuenta que la presión sanguínea puede variar a lo largo del día y puede ser afectada por factores como la actividad física, la posición del cuerpo y el consumo de alcohol o cafeína. Por lo tanto, es importante medir la presión sanguínea en diferentes momentos del día y bajo diferentes condiciones para obtener una imagen más completa de la salud cardiovascular.


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