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Fosas oceánicas

Cuando dos placas convergen, una de ellas, la de mayor densidad, subduce bajo la otra. Como resultado, se producen las fosas oceánicas, unas grandes depresiones en el fondo marino, que pueden llegar a tener una profundidad de más de 11000 metros bajo el nivel del mar.

Un ejemplo de fosa oceánica es la fosa peruano-chilena, como resultado del choque entre la placa continental sudamericana y la placa oceánica de Nazca.

Como resultado de la fricción entre las placas, la placa que subduce genera terremotos asociados al plano de subducción, llamado plano de Benioff.

Cuando una placa subduce bajo otra, además de producirse una fosa oceánica, se produce la fusión de parte de la litosfera y se origina un arco de islas volcánicas, como por ejemplo ocurre en muchos archipiélagos del océano Pacífico.

Si una de las placas que converge arrastra corteza continental, entre el arco volcánico que se forme y la costa del continente quedará un mar marginal, como es el caso del Mar de Japón.

A veces, los sedimentos marinos se van acumulando en la fosa hasta llegar a taparla, formando un prisma de acreción que después pasará a formar parte de un orógeno junto al arco isla.

Los principales procesos geológicos ligados a las fosas oceánicas son:

Sismicidad. La fricción entre las placas provoca numerosos terremotos.
Vulcanismo. La placa que subduce se funde parcialmente, y los magmas expulsados originan arcos de islas volcánicas, como Aleutianas, Filipinas o Japón.
Formación de orógenos. Cuando una de las dos placas arrastra un continente, el prisma de acreción y el arco volcánico se adosan formando un orógeno marginal como los Andes. Si las dos placas llevan corteza continental, cuando choquen los dos continentes se formará un orógeno de colisión como el Himalaya.