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3.6. El microbioma humano

El microbioma humano

El microbioma humano es el conjunto de microbios (bacterias, arqueas, virus, hongos y protistas) que están, de forma normal, en distintos sitios del cuerpo humano, incluyendo sus genes y metabolitos, y las condiciones ambientales que les rodean.

La microbiota es el conjunto de microorganismos que residen en el cuerpo humano. Antes, a los microorganismos que vivían en el intestino humano se les llamaba "flora intestinal", aunque este término es erróneo, ya que las bacterias y otros microorganismos no son plantas. Actualmente se le llama microbiota.


Unos 100 billones de microorganismos (unos 48 billones de bacterias y unos 60 billones de virus) viven en el cuerpo humano. Es decir, hay más bacterias que células propias, aunque solo representan unos 200 gramos de la masa total del cuerpo humano. Su tamaño es mucho más pequeño que el de las células humanas.

Los microorganismos de la microbiota se pueden clasificar en:

  • Virus ADN o ARN.
  • Bacterias.
  • Arqueas.
  • Eucariotas.
  • Hongos unicelulares. Algunos son patógenos, como Candida albicans, Histoplasma y Blastomyces.
  • Protozoos, como Plasmodium, que provoca la malaria 

La mayor parte de las bacterias se localizan en el intestino grueso, el intestino delgado, la boca y la piel.

Microbiota de la piel

En la superficie de la piel viven bacterias, hongos y parásitos que, en condiciones normales, constituyen un ecosistema que participa en la protección de la piel, tanto como barrera física como inmunológica. Cuando este equilibrio del ecosistema se rompe, aparecen enfermedades.

En la piel, con un pH ácido, habita una microbiota que impide que la colonicen otros agentes patógenos. Si cambia este ambiente, por hábitos higiénicos inadecuados o por la exposición a antibióticos, se altera la homeostasis cutánea y aparecen enfermedades. El uso irracional de antibióticos suprime la acción antimicrobiana de las bacterias y permite la colonización de la piel por agentes patógenos.

Existen dos tipos de microorganismos que residen en la piel:

  • Microbiota cutánea residente. Vive en total simbiosis con la piel. Se trata de organismos comensales que no producen enfermedades. Sirven de defensa ante microrganismos patógenos porque ocupan el espacio e impiden que se fijen los microorganismos que pueden causar enfermedades.

La bacteria Staphylococcus epidermidis y la levadura Malassezia son frecuentes en las zonas como la frente, espalda, cara y cuero cabelludo.

  • Microbiota cutánea transitoria. No se encuentra de forma permanente en la piel, sino que varía a lo largo del día según las condiciones del entorno. La mayor parte de estos microorganismos son saprofitos, se alimentan de materia orgánica en descomposición, y son inofensivos, aunque también puede haber bacterias patógenas oportunistas y causar enfermedades. La dermatitits atópica, por ejemplo, está causada por la bacteria Staphylococcus aureus.

Cuando un agente patógeno intenta penetrar en el organismo a través de la piel actúan varios mecanismos de defensa:

  • La microbiota cutánea compite por el espacio con el agente patógeno, dificultando que se fije a la piel.
  • La microbiota cutánea sintetiza antibióticos para matar a otras especies bacterianas invasoras.
  • Las células de la piel pueden sintetizar péptidos y lípidos con poder antimicrobiano.
  • El sudor contiene enzimas capaces de destruir las pared celular de las bacterias.
  • El pH ácido de la piel dificulta el desarrollo de los agentes patógenos.
  • En la piel hay células inmunitarias que luchan contra la infección.

La microbiota cutánea se regenera continuamente por la descamación natural de la piel que renueva la epidermis y por las prácticas de higiene. Un lavado demasiado frecuente puede alterar la capa hidrolipídica y dificultar la adhesión de la microbiota cutánea. Los jabones con pH básico también estropea la microbiota y favorece la presencia de otras bacterias perjudiciales.

Utilizar cremas, desodorantes, jabones, antibióticos o antitranspirantes puede alterar la composición de la microbiota cutánea.

Cuanto mayor sea la exposición a microorganismos de distintos tipos, la inmunidad cutánea será más eficaz y existirá menos riesgos de alergias.

La edad o el vivir en el campo o en la ciudad, también puede determinar nuestra microbiota cutánea.

Algunas medidas a tomar para cuidar la microbiota cutánea y prevenir enfermedades son:

  • Utilizar jabones y productos higiénicos con un pH similar al de la piel, cerca de 5,5.
  • Utilizar productos antisépticos de forma ocasional y con prudencia.
  • No lavarse con demasiada frecuencia para no dañar la piel.
  • Hidratarse adecuadamente.
  • Secar bien las zonas de la piel con pliegues que puedan retener humedad.

Microbiota del tracto digestivo

La microbiota intestinal está formada por un conjunto de microorganismos que viven en simbiosis en nuestro intestino. Un total de unos cien billones de bacterias de casi mil especies diferentes, un número diez veces superior al total de células que componen nuestro organismo. El 95 % de estas bacterias viven en el colon.

La concentración de bacterias en el estómago es baja, puesto que la acidez del jugo gástrico impide su desarrollo. A lo largo del intestino delgado va aumentando su concentración, y en el colon puede llegar hasta las 1012 bacterias por mililitro de contenido.

La microbiota necesita una gran biodiversidad de especies para su buen funcionamiento. Unas utilizan los productos metabólicos generados por otras bacterias para su proliferación. El intestino humano es el hábitat natural para estas bacterias, que han evolucionado y se han adaptado a vivir en los humanos a lo largo de miles de años, y que no podrían vivir fuera de ese hábitat.

Esta microbiota normal tiene una relación simbiótica mutualista con el hospedador, ya que tanto los microrganismos como el ser humano obtienen ventajas. Los microorganismos ayudan en la digestión del alimento, producen vitaminas y protegen de la colonización de otros microorganismos patógenos. Producen vitamina B, ácido fólico, vitamina K, biotina, enzimas digestivos (lactasa, proteasa, amilasa, lipasa), generan ácido láctico que favorece la absorción de calcio, hierro y fósforo.

La microbiota bacteriana se adquiere en el momento del nacimiento, cuando algunos géneros de bacterias aerobias, como Escherichia coli y Lactobacillus colonizan el tubo digestivo. Estas bacterias consumen el oxígeno y se establece un ecosistema con predominio de bacterias anaerobias, como Bacteroides, Clostridia, Eubacteria y Bifidobacteria. La madre también transfiere sus bacterias a través de la leche materna, por lo que es importante para prevenir alergias y algunas enfermedades inmunoinflamatorias de la vida adulta.

Funciones de la microbiota intestinal

  • Funciones de nutrición y metabolismo, como resultado de la actividad bioquímica de la microbiota. La microbiota metaboliza sustancias no digeribles porque, por su variedad genética, produce gran variedad de enzimas distintas a las del cuerpo humano. La fermentación de glúcidos no digeribles ocurre, fundamentalmente, en el ciego y colon. Es una fuente de energía importante para la proliferación de bacterias y también produce ácidos grasos que el organismo puede absorber. Se recupera energía de los alimentos ingeridos y se favorece la absorción de iones (Ca, Mg, Fe) en el ciego. También se producen vitaminas (K, B12, biotina, ácido fólico y pantoténico) y se sintetizan aminoácidos a partir de amoníaco y de urea.
  • Funciones de protección, previniendo la invasión de microorganismos patógenos. Es una barrera que hace que el nicho ecológico ocupado por la microbiota no sea ocupado por bacterias extrañas. Además, impide la proliferación de bacterias oportunistas. Algunas bacterias segregan sustancias antimicrobianas que impiden el crecimiento de las bacterias que intentar proliferar. Compiten con los patógenos por los nutrientes e impidiendo que proliferen
  • Funciones tróficas sobre la proliferación y diferenciación de las células del epitelio intestinal y sobre el desarrollo del sistema inmunológico.


Antibióticos y microbiota

El consumo de antibióticos aumentó un 65 % entre el año 2000 y el 2015. Los antibióticos han salvados muchas vidas humanas a lo largo de la historia, eliminando los microorganismos infecciosos, pero también pueden destruir bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal y provocar disbiosis, un desequilibrio de este ecosistema que tener consecuencias para la salud.

  • Al eliminar algunas bacterias de la microbiota, otros patógenos pueden llegar a ocupar el espacio que queda libre.
  • El uso de antibióticos reduce la diversidad de especies en la microbiota y es necesario un tiempo para su recuperación.
  • El uso continuado de antibióticos puede hacer que las bacterias se vuelvan más resistentes y que los antibióticos pierdan eficacia.


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